Libertad, Igualdad y Fraternidad, tres palabras que llevan voz y fuerza de mujer.
En la historia de la justicia social, comúnmente nos referimos al lema: “Libertad, Igualdad y Fraternidad” en el marco de las revueltas populares, sino es que de las revoluciones y ni que decir como apotegma de la Revolución Francesa, la universal por excelencia.
La lucha por los derechos sociales, políticos y culturales en favor de las mujeres, se conmemora con decidido entusiasmo a nivel mundial cada 8 de marzo, pero el camino para llegar a este día simbólico, implicó más de 200 años de sufrimiento, derrotas y lo más lamentable, pérdidas humanas.
Han sido tantas las mujeres luchadoras, partícipes en los momentos cruciales de la historia de este noble movimiento que tuvo fuerza, tanto en Rusia como en Estados Unidos y que comenzó muchos años atrás.
Hoy, en justo homenaje, nos referimos a tres mujeres francesas, que por su rango histórico resultan fundamentales en la consolidación de la especie humana. Todas ellas, mujeres francesas de finales del siglo XVIII: Olympe de Gouges, Marie-Jeanne Roland y Charlotte Corday.
Olympe de Gouges, escritora y activista, es considerada precursora de la introducción de los derechos de las mujeres a la causa revolucionaria, tras la publicación de un documento en forma de folleto, titulado “Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadanía” dirigido a la célebre María Antonieta en 1791.
De gran impacto para las mujeres de su época, la llevó a tomar un liderazgo de opinión en la facción girondina, lo que le valió para ser considerada enemiga del Estado y ser denunciada como “antinatural”. Gouges fue llevada a la guillotina en 1793; eran los tiempos de “El Terror”.
Marie-Jeanne Roland, escritora y promotora de un salón burgués de París en el que se comenzaron a debatir abiertamente los ideales revolucionarios, pese a ser esposa de Jean-Marie Roland, Ministro del Interior del rey Luis XVI. Roland redactó y revisó discursos gubernamentales de su esposo en un sentido crítico, incluida una carta de su esposo que cuestionaba al rey mismo, el enfoque de su crítica fue gradual, hasta lograr poder e influencia entre los líderes girondinos.
Roland fue arrestada en mayo de 1793 y ejecutada en la guillotina en noviembre de ese mismo año. Los historiadores refieren que sus últimas palabras fueron: “¡Oh libertad!¡qué crímenes se cometen en tu nombre!”
Charlotte Corday, aristócrata involucrada en la revolución desde su gesta e incrustada en la facción girondina de la cual fue firme defensora, por la que concluyó que para salvar su visión revolucionaria debía eliminar al líder de la facción extrema radical, el mismo Marat, lo que la condujo al patíbulo en 1793.
Sin pretender de modo alguno hacer una apología gloriosa del asesinato de Marat, -en tanto se encontraba en su bañera-, sino de preponderar el polémico hecho, considerado por algunos historiadores, un acto fallido de la historia y por otros como un punto de inflexión en los sucesos posteriores de la Revolución Francesa.
Como fuere, se trata de mujeres valientes en momentos cruciales de la historia. Gouges, Roland y Corday representaron la fuerza definitiva de un género excluido por sus pares, pero que nos legaron una infinidad de lecciones de como la humanidad se corona por la naturaleza misma. Es la fecha de aceptar y reconocer que la lucha femenina no es una conmemoración cualquiera, sino que es la lucha prevalente para evitar el colapso de nuestra especie que por sus propios errores impide que crezcamos juntos hombres y mujeres, en las causas justas para todos, a fin de ser libres, iguales y fraternales.
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