2 de agosto de 2024
Así como los coribantes de Creta, los curetas frigios mostraban sus dotes de danzantes en sugestivos rituales que proponían un baile erótico para iniciar a la juventud cretense en la mayoría de edad. Erotismo y guerra aparecían fundidos en la música para dar paso a poderosos y fértiles guerreros, ataviados de lanzas y escudos que muy probablemente dieron origen al símbolo de la masculinidad, según le conocemos.
En los oráculos, los sacerdotes extáticos se transformaban en dioses en ceremonias espectaculares. Las iniciaciones en los misterios de Samotracia en las que representaban trágicas escenas en medio de la noche, significó una forma teatral de explorar el mundo y sus creencias.
Es cierto que el teatro griego y su tragedia no son primigenios en la historia de la humanidad; La India, Japón y Egipto cuentan con antecedentes más ancestrales, sin embargo, Grecia resulta notable para la historia teatral de occidente.
El culto de Dionisios, quizá sea un antecedente más diseccionado de la tragedia griega, pues en medio de bailes frenéticos emerge el horror de los sacrificios humanos. Temor y piedad subyacen como ingredientes básicos de la tragedia.
Es el culto del théatron nacido para la gloria de los dioses y regocijo de los hombres…Es el arte en la Pólis, que como han dicho Baty y Chavance: “…la ciudad, esa forma social común a toda la Hélade, pero que no pertenece más que a ella; la ciudad libre, donde los ciudadanos son iguales…”
Si hubieron diversos géneros de teatro en Grecia, particularmente me llama la atención la tragedia… Sí el argumento o la característica de este género es el fin o la caída del personaje central, en la tragedia de la humanidad, es el derrumbe del Hombre lo que nos preocupa y lastima; es esta la triste expresión genérica a la usanza de nuestros días…
Los tristes acontecimientos de la noche de ayer en París, concidentemente en el teatro Le Bataclan parecieran despertarnos el sentido más íntimo de la radicalidad, pero asumo como más prudente la indignación, y es que es como si estuviéramos imbuidos en un hambre de muerte que produce dolor y tristeza humanas, de las que parecen alimentarse los demonios. Ante pavoroso escándalo cabe preguntarnos: ¿Qué está sucediendo en el mundo? ¿Hacía dónde vamos? ¿Cuál es futuro que le depara a nuestros hijos? ¿A las generaciones todas que nos sucederán? Traeré como referente esencial un texto del Doctor Moisés Naím que hace poco he terminado de leer y que no dejo de consultar: El fin del Poder.
Naím, un experimentado politólogo y consultor internacional lleva a cabo una serie de reflexiones sobre el poder y la forma en que este se ha dispersado, de que manera los gobiernos, la empresas, las grandes religiones, los ejércitos, los partidos políticos, etcétera, por muy grandes que parezcan, han dejado de tener hegemonía en el mundo. El poder, además de haberse diversificado, ha sido trasladado y en su caso arrebatado por grupos más pequeños, dispersos y numerosos; la abundancia de todo, su fácil acceso, el cambio de mentalidad que se ha masificado y el uso de tecnologías e Internet entre otras cosas, han facilitado el acceso al poder, abriendo brechas para llegar a dónde antes únicamente podían hacerlo grupos muy selectos.
En el ámbito de la guerra y la política internacional, por demás globalizadas, el autor acota que las reglas del juego se han modificado en el siglo XXI. Las guerras que en el pasado tenían a contrincantes con posibilidades y estrategias similares entre sí para combatir,se han convertido ahora en contiendas asimétricas, en donde los más vulnerables han desarrollado una potencialidad maléfica para causar daño al más grande. Pareciera restaurarse el relato bíblico de David y Goliat en hechos tan palpables como el 11-S y la noche de ayer en París. Los artefactos explosivos de fabricación casera, como los utilizados anoche, tienen su formulario asequible a cualquiera en los sitios de Internet.
El fenómeno de la migración no es nuevo, la historia nos demuestra como una constante humana, el ir y venir de los hombres hacía territorios mejor proveídos para subsistir. En nuestra condición humana, somos trashumantes: siempre en la búsqueda de mejores valles, para alcanzar pasturas…
En este contexto, multitudes emigran hacia Europa Occidental, lo cual no significa que dejen atrás lo que su progenie les ha dado cultural y religiosamente. Yo mismo he tenido la oportunidad de caminar en las calles de París, y observar y sentir al mundo entero en esa ciudad por demás cosmopolita, en donde un mar ingente de africanos, asiáticos, latinos y musulmanes pareciera desbordarse por doquier. Difícil sería pensar que los poderosos gobiernos en esta dinámica puedan prevenir lo que está pasando, es una guerra continuada, donde frente al interés internacional se pone en vilo la vida humana.
El mundo está convulsionado y personalmente estimo que difícil será la solución. Sin pretensiones fatalistas pienso que será necesario adaptarnos a las nuevas condiciones, en donde a pesar de todo prevalece la esperanza y la ilusión de seguir arropando nuestras democracias para fortalecer a la autoridad legítima y aceptada por todos. Ese es el pacto que se ha roto y debemos restaurarlo para alcanzar la estabilidad y el sostén del progreso humano.
Hace varios años, que visitando en su casa al extraordinario Jurista mexicano Don Andrés Serra Rojas, en el sur de la Ciudad de México, me obsequiare un ensayo de su autoría, titulado “En la hora crucial de la humanidad” ; el regalo me produjo profunda emoción por ser Don Andrés una figura egregia en este país, de inmediato pedí me lo autografiara, pero tajante me dijo que no: “ No lo voy a hacer por el momento.Te vas, lo lees y regresas conmigo a comentarlo, después de escuchar tu opinión ya veré si lo firmo…” Con sentimientos encontrados me despedí porque nunca imaginé tal respuesta, sin embargo llevaba un tesoro entre mis manos.
Con cuanta avidez leí aquel ensayo que me marcó profundamente; el texto era por demás una profecía porque él decía que: “las fuerzas peligrosas con que juegan aquellos países poderosos que detentan el poder, se les escaparán a toda imaginación, poniendo en peligro de destrucción a la sociedad Universal…” y seguía diciendo: “NO HA OMÍNIDOS OCULTOS Y EMBOSCADOS EN LAS ESPESAS SELVAS DE ASFALTO DE LAS GRANDES METRÓPOLIS…”
Cuanto me gustó aquella obra; tenía la deuda de regresar con el maestro Serra a conquistar mi autógrafo, pero su muerte se interpuso y ya no fue posible, sin embargo, su legado queda como una fuerza afirmativa de sus ideas.